martes, 23 de enero de 2024

La higuera maldita



Esta mañana de pleno invierno mi sorpresa es ver los brotes tempranos de la morera. Y he querido de inmediato, (antes que este efecto impactante, de mi corazón y de mi mente se borrara), escribir sobre la imperiosa inercia de la naturaleza que no se arruga a pesar de la inclemencia humana que se empeña genocidamente por arrasar el planeta, su flora y sus gentes. Me pongo manos a la obra, sentado en mi ordenador, frente a la ventana por donde se cuela el vigor joven de los diminutos verdes del árbol, tratando de trasladar mi sentimiento intempestivo a la pantalla.

Pero no siempre uno escribe lo que quiere. Y vuelvo al principio para releer el resultado de mi redacción intencionada, y me encuentro con que nada de lo escrito responde a lo que yo apenas una hora antes había contemplado con esa esperanza placentera de ver por fin concluida tanta barbarie. 

Y heme aquí con mi ilusión truncada y estéril como aquella maldita higuera, frente a la cual un día se paró un palestino de bien queriendo comer de su fruto, pero el maldito árbol, aun estando poblado de infinitas hojas, seco estúpidamente estaba.

1 comentario:

  1. Así es nuestra vida: nos exclamamos ante el genocidio de la flora y la fauna del planeta y corremos a escribir nuestra denuncia en el ordenador...

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