¡Y como me duele esa tensión que me rompe por dentro, y no me deja saber hacia donde dirigir mi compromiso, si a los montes de la utopía o a la ciudad de los políticos!
Mis canas, por no decir mi pensamiento, mi experiencia, atemperan mi entusiasmo. En cambio mi juventud apasionada, mi emoción, la solidaridad, mi sentimiento, me lanzan de protesta en protesta, de Sol a La Cibeles, de La Glorieta hasta la Delegación del Gobierno. Y no me pierdo convocatoria, marcha, manifestación, ni charla que me lleve a vislumbrar esa luz del túnel de la que todos hablan; y yo no huelo; y los dioses se la niegan siempre a los mismos. Me agarro a un enlucido, a un tambor, a un pito, a una pancarta, a un grito que espante y ahuyente de nuestros corrales al ogro de las finanzas.
Me duele ver a los representantes en el Parlamento, a Europa, a mi gobierno, como muñeco de feria en manos del embozado dinero, sin cara, que mueve desde Obama a Zapatero y a cualquier otro iluminado gallego enviado por Dios y obsesionado y compulsivo en llegar a La Moncloa y sacar a la humanidad de su destierro.
Y estando como un jeremías sumido en estas divagaciones, entre la realidad madura de mis años largos y el posibilismo de mis tiernos sueños, un amigo me envía un resumen de la conferencia que Zygmunt Bauman dio en Madrid, precisamente el mismo día de la manifestación internacional de los indignados, el sábado pasado, 15 de octubre. Leo con detenimiento las declaraciones de este sociólogo polaco, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Entre otras cosas el padre de la modernidad líquida dice:
Que cosas vivimos. Emociones con lumbre recorren al mundo, ojala y s encuentre en el coctel la serenidad del pensamiento. Pero uno se pregunta si en todas partes sucede y en ellas hay un capitalismo donde la norma es el dinero por el dinero... y agregele dispendio... ayyy necesitaremos reordenar los valores, Un abrazo colega de años
ResponderEliminar¡Ay...! Qué laberinto nos está encerrando.
ResponderEliminarUn abrazo