Y para que se fuera haciendo a la idea y no le cogiera de sopetón, le comenté yo a mi madre ya muy entrada en años:
“Más temprano que tarde todos nos vamos yendo.”Y ella me dijo como le dice la acequia al agua que se pierde tras las cañas en esta tarde de recuerdos y de riegos:
“El miedo siempre va conmigo. Y lo mismo que el gato lleva el rabo entre las patas, no pasa un día, nublado o raso, que yo no piense en la muerte”.
Y para quedar bien por mi osadía le referí luego a mi madre aquello que dijera el poeta:
“Tratemos, madre, bien a la muerte para que cuando llegue el día ella a su vez nos dispense de buen trato y cortesía.”Han pasado varios años de aquello y cuando en esta tarde de soledades fluidas veo correr el agua por la acequia pienso que algo mio se va con ella.
Como corre el agua de la acequia, corre el tiempo, Juan ¡ Y qué mejor que dar sentido a ese tiempo que en nuestra vida corre! "Han pasado varios años...", - dices -, y ese recuerdo del paso del agua de esa acequia, te devuelve al verdadero sentido de ese correr del tiempo: no perderlo, Juan, en vanidades, vanalidades y embustes. Como hizo tu madre. Porque el agua sigue corriendo, Juan, como lo hace el tiempo.
ResponderEliminarBanalidades. Te ruego corrigas ese letra tan próxima a la "uve" en el teclado. Te lo ruega tu amiga, Alicia, (maravillas).
ResponderEliminarrectificar, quería decir. Deja ya esa "g" en el lugar de la "jota" ¡que el teclado está loco esta tarde! jajajaja....
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