
Era tan puntilloso y cumplidor para sus cosas que el solo pestañeo de sus párpados sin su consentimiento le ponía nervioso. Y es verdad que Leonardo estaba nervioso, como nervioso e inquieto está un agujero de hormigas antes de que el aguacero se lleve por delante los cofines escondidos de su atareado y escrupuloso atesoramiento. Y sólo pensar este hombre que mañana no podrá mostrar su sonrisa educada al portero de la finca lo tiene sin dormir toda la noche.
Desde aquel porrazo que cayó de bruces contra el brocal del pozo y todo sus dientes fueron a parar al fondo del aljibe, Leonardo no sólo perdió su herramienta masticadora sino también su comedida e hipócrita sonrisa.
Una risa mellada, sin el blancor alegre de una dentadura agradecida es más bien un sarcasmo, una sonrisa muda e incivilizada.
Y fue entonces cuando Leonardo se decidió acudir a un especialista para que le enseñara a reír desde dentro.
"...y a lo mejor
ResponderEliminarsi la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin deseperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía
llorar
sólo llorar
entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris."
(Mario Benedetti)
A la Gioconda hasta los ojos le sonríen.
Se puede sonreir de tantas y tantas maneras... Incluso las palabras sonríen.
Alicia (maravillas)