...el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos... (León Felipe)
A Felipe no le gustan los cuentos. El niño nervioso da vueltas en la cama. Para que confiado el hijo atraviese los terrores de la noche su madre cuenta al niño los mejores cuentos que ella recuerda. Cuando la madre calla, el hijo por fin se duerme. La madre piensa que el niño coge el sueño gracias a la caricia de sus cuentos infantiles.
Un día la madre se puso enferma y, al llegar la noche, no pudo contar al hijo ningún cuento. Y el hijo, antes de irse a dormir, fue a la cama de la madre y le contó a la madre la siguiente historia:
En un país no muy lejano la mamá de un niño se encontraba muy mal, un dolor muy fuerte le atravesaba el corazón. Su hijo se puso muy triste, tan triste que sus lágrimas inundaron de pena la casa, y todo lo que en ella había: El bordado de las sábanas, el gato, el retrato de boda de sus padres, el crucifijo clavado en la pared desnuda, hasta las hojas del poto del macetero de la escalera se pusieron a llorar a raudales como ánimas del purgatorio.
La madre al oír que el cuento que le contaba el hijo no era un cuento, sino lo que en realidad le estaba pasando a ella, abrió los ojos, y al instante se puso buena.
Los cuentos nos llevan a la región de las sombras, hacen que cerremos nuestros ojos a la luz. Y al niño aquel, al relacionar cuento y noche, terror y oscuridad, nunca le gustaron los cuentos.
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