viernes, 27 de junio de 2025

Equivovado


Se equivocó de hora. Llegó a su última cita antes de lo que él quería. Se equivocó de Iglesia. En aquel templo no veneraban al santo de su devoción sagrada. Sus rezos eran marchas militares. Servil y atea, su fe. Tampoco allí honraban, ni exequiaban a los que morían antes de su partida. Se equivocó de era, de ara, de trigo y de almazara. Los trabajadores ya no eran obreros, todos eran clase neutra: ilusos que a sus verdugos ovacionaban. Y en lugar de levantar el puño y sus hoces por encima de los orgullosos montes, doblaban sumisos sus patas ante el imperator Manasés, el cortijero más malo de los infiernos.

Y sus braceros llevaban un hacha y un haz de varas en la solapa. Ellos mismos se costeaban la metralla con la que al día siguiente por el patrón serían fusilados. Se equivocó de pueblo, de plaza y de Parlamento. Más que foro, acogida y ágora, el Senado era un corral de vacas locas, todas ellas infectadas de encefalopatía bovina. Se equivocó de Dios. Se pasó tres calles. Perdió tres credos: su divina esencia, el bien común y su conciencia. En los fielatos le hicieron pagar más aranceles que pelos tiene un gato. Se equivocó de paloma. Borraron de sus alas las interjecciones, los colores y su vuelo, las vocales y su acento. Se equivocó de oficio. No había nacido para ser soldado, para matar equivocado a sus hermanos. Se equivocó de huestes. Esclavo de un batallón de fanáticos otanianos. Sus himnos y banderas homenajeaban a Marte. Se equivocó de si, de ti, de aquel, del otro. Confundió la velocidad con el tocino.

Quiso corregir su equivocación, enmendarse. Pero para entonces ya fue tarde. Llegó a su postrer encuentro mucho antes que él mismo. Falleció tres días antes de su propia muerte. Y esto no es lo más triste y sorprendente, sino que al llegar a su tumba, allí tumbado yacía antes de que le enterraran. Una cosa es estar muerto y otra no estar vivo. No vivir es vivir en vilo, un sin vivir sintiendo antes de morir tu propia muerte. En cambio, estar muerto es sentir la ausencia feliz de haber vivido.

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