viernes, 14 de febrero de 2025

Digresiones



Digresiones de un sordo tras la presentación anoche en el Ateneo de Molina del Ensayo Sin relato de Lola López Mondéjar.

La acumulación de poder, la concentración de los bienes en manos de unos pocos en detrimento del justo reparto, es una inclinación perversa que pone en peligro nuestra vida física y emocional. Desde tiempos neandertales venimos padeciendo esa inclinación inútil y malsana al servicio de una mal llamada supervivencia patriótica: aniquilar al vecino, al forastero como excusa y alzamiento nacional de nuestra continuidad como estirpe sagrada e inmortal. España como unidad de destino en lo universal. Todavía he encontrado traductor para esta frase, como para tantas otras antinatura e inteligibles que hoy braman por mentideros revanchistas, bunquerianos y fascistas. El egocentrismo distorsiona nuestra identidad: la autoafirmación engañosa frente a la globalidad multiétnica de nuestros genes en constante proceso de evolución como individuos. La supervivencia de los seres humanos requiere de la presencia sexuada del otro/a. No hay futuro individualizado. Ya lo dijo no sé quien: lo que importa es llegar todos y a tiempo.

El imperialimo creciente, la confusión cada vez más agudizada entre ficción y realidad, información y desinformación, libertad y servidumbre son plataformas, contravalores que por lo general engendran irresponsabilidad, complejo, sequedad y locura en nuestra sociedad cada vez más a la deriva. Y más, si estos paradigmas vienen importados desde fuera de nuestro yo más íntimo, provocados por el miedo, debidos a nuestra fragilidad congénita, no asumidos desde el fondo de la madurez de nuestra conciencia tanto individual como colectiva.

Frente a la autoridad impuesta: la participación política (del pueblo). Frente a la autoridad: el poder como servicio. Frente a la autarquía, le rebelión compartida.

Vuelvo a releer este último párrafo por mi escrito, y hasta de él me avergüenzo, de su acento programático, categórico, absolutista. Dudo de mis verdades, puesto que no son mías. Las heredé, las interioricé sin pasarlas por el crisol de mi propio convencimiento, sin adobarlas de su sentido común requerido. ¿Pero de qué convencimiento y sentido común estoy hablando? Si de lo que ayer estaba convencido, hoy lo rechazo y detesto. 

Si el sentido común de mi generación anterior era defender la patria por encima de los derechos naturales de sus conciudadanos... No hay verdad que cien años dure, ni dios que lo resista. Nuestro mismo planeta Tierra fue plano y liso durante muchos siglos, y hoy es redondo, y tal vez mañana sea una invisible nube, algodón deshilvanado. Prefiero una vida sin concluir, repleta de errores, mescolanzas y posibilidades, un mundo en el que sus habitantes seamos preguntas, pensadores sensibles, comprometidos, y no cerebros autómatas, empedernidos narcisistas sin alma, personas sin juicio crítico, ciegos y sordos, todos pegados a la pantalla de una inteligencia dirigida por el ojo de nuestro gran hermano digital. 

1 comentario:

  1. Y me sigue gustando leer tus pensamientos que, al menos para una, son claros y transparentes, como recuerdo tus ojos
    Gracias, compi del saxo.
    Te abrazo 🤗

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