En esta mañana de vientos desapacibles, una risa sana, suave, alegre trae a mi airoso ánimo el primer relato (Así murió Mamadou) de La versión de Judas de M. Moyano. Una risa además, inteligente, ingeniosa y pedagógica. Esa manera sutil, sin adoctrinamiento, insinuante, a modo de fábula o metáfora. El humor y el dulce ingenio, la sabia ironía, las mejores vías para que el tren analfabeto de nuestras vidas aprenda a circular libre y sin atropellos. Los seres humanos estamos empeñados en provocar accidentes, conflictos innecesarios, sacar de nuestra chistera ratas y culebras donde sólo hay delfines y palomas. Y convertir en desastre y guerra la paz y la armonía de las estrellas. Y si pudiéramos, con tal de salirnos con la nuestra, ¡estúpidos los humanos!, invertiríamos hasta la ley de la gravedad y le arrebataríamos al cielo los cinco diamantes de Casiopea para traficarlos por armas de fuego.
Pero está de más, no procede ponerme tan propedéutico y moralizante, método a todas luces contraproducente para el buen aprendizaje. Bastaría tan sólo con leer el primer relato de La versión de Judas de Manuel Moyano.
(Continuará)
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