martes, 12 de noviembre de 2024

Mar, amor y muerte




Mi madre sabe que yo estaba muy enamorado, no solo de Belisa, también de los niños, las flores. Pero a mí, sobre todo siempre me entusiasmó el mar. El agua fue para mí el mejor bálsamo en los momentos duros. ¡Mar, amor y muerte se parecen tanto! Nunca me hubiera imaginado que al otro lado de la muerte hubiera tanta agua. Mi cuerpo se parece ahora a esos barcos misteriosamente desaparecidos en medio del océano.

Mi madre le ha dicho esta tarde a mi padre de ir a la playa. Por casualidad se han sentado frente al espigón, en la misma roca que yo estuve llorando a lágrima viva la pérdida de aquella chica que se alejó de mi vida como el destello fugaz de un meteorito en una noche de verano.

El llanto de mi madre se alimenta de la sal del agua; y mi llanto y el suyo y el de Belisa confluyen en la misma ola, un largo abrazo de amor que se desliza perdiéndose en el horizonte del infinito de la tarde. En su delirio mi madre toca el agua con su mano y de pronto siente un escalofrío muy grande por todo su cuerpo, siente en la misma piel del agua mi propio cuerpo sepultado bajo el agua de la albufera.

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