viernes, 12 de abril de 2024

Un monje y una mujer


 

Esta mañana o ayer, o hace no sé cuántos siglos, le pasó aquello que fue tan grande y placentero que no cabe ni en su corazón ni en su recuerdo. Sabe que le produjo un gozo infinito, parecido al que siente cada día al levantarse después de haber dormido plácidamente. 

Fue tan agradable lo acaecido que no recuerda el motivo, pero el placer aún lo lleva consigo. Lleva este placer en su alma como aquel monje que ayudó a una bella mujer a cruzar el río. Después mil quinientos años transcurridos tras aquella agradable y fortuita circunstancia, el fraile todavía lleva en sus brazos el cuerpo de aquella hermosa muchacha de la que, a día de hoy, aun no recordando cómo empezó todo, no se ha separado de ella ni un segundo.

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