martes, 13 de junio de 2023
Cuanto más feo más hermoso
No se practica el sexo con el cerebelo, el occipital o las meninges. Tampoco hay que olvidar el dicho aquel: cuando la cabeza chica calienta, cabeza grande no piensa.
Esta noche te sientes perdidamente enamorada del alma de tu marido, pero quisieras verlo en el cuerpo de otro hombre más fornido. Andas pues dividida en dos amores. Amas locamente el alma encendida de tu pareja, pero a la vez rechazas su cuerpo un tanto afeado y frío. La fidelidad de por vida que un día le prometiste te dice que es difícil encontrar las dos cosas al mismo tiempo. Te conformas. Hacéis el amor.
Su trato es correcto, atento, cordial, aunque su físico no es del todo tal como quisieras. Adoras su interior; pero su cara, sus patizambos ojos, sus enclenques y extraviados brazos no te resultan del todo acogedores, atractivos. La naturaleza se explayó en dotarlo bello por dentro, pero descuidó planchar debidamente su exterior vestimenta. La camisa de sus huesos desnutridos le queda un tanto desajustada. A tu hermana le ocurre lo mismo, pero de manera contraria. Su marido es un cachas, pero su corazón es un desastre. Al suyo le falta alma; al tuyo, cuerpo. Uno anda sobrado de fondo. El otro escaso de forma.
Si tú, mujer, fueras hombre ¿desearías que se enamoraran de tu hermosa virilidad o de la sabiduría de tu mente? Y es que en los tiempos que corren no es verdad el dicho aquel de que el hombre como el oso, cuanto más feo más hermoso.
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