jueves, 4 de mayo de 2023
Todo es plagio
Todo es plagio. Nada nuevo bajo estas letras. O lo que es lo mismo: cuando la imaginación escasea, mejor releer a los clásicos.
Lleva un tiempo Lina Bazán desengañada del sexo. Desde que perdió a su amante, aquel dardo de oro que la penetraba y la hacía inmensamente feliz, languideció, murió también para Lina.
Agustín y Lina estaban muy enamorados. Decidieron viajar a Oslo para celebrar su compromiso de boda. Frente a la estación Central, delante del famoso tigre de bronce que da nombre a la ciudad, se hicieron el obligado selfie. Luego tomarían el ferry que les condujo a las islas Lofoten.
Nada más llegar al hotel, embriagados por la luminiscencia mágica de los verdes y amarillos de una aurora boreal estimulante y orgiástica, se entregaron a un placer orbital, tan acelerado e íntimo, que el eje de rotación de sus cuerpos quedó como el hidrógeno y el oxígeno, enamorados, (Ernesto Cardenal, Quevedo), fundido en un solo elemento. A la mañana siguiente, ya bien entrado el día, disfrutaron de un sabroso buffet de gambas y unos deliciosos gofres con jamón y queso de cabra. Luego alquilaron una lancha que les permitiría contemplar de cerca los encrespados fiordos, sus cascadas, la traviata de sus ecos.
Pero de pronto la música de aquel beso largo y placido, que en ese momento se daban frente a los acantilados del monte Gaustatoppen, quedó rota, enmudecida para siempre. Las tormentosas aguas invisibles del mar de Noruega volcaron la barca. La melodía de sus cuerpos enlagunada quedó en llanto. Agustín, su dulce dueño, no pudo sobrevivir, a pesar que los socorristas le practicaran repetidas maniobras de reanimación pulmonar. Lina Bazán logró salir con vida.
Tras este lamentable accidente, superado el duelo, Lina, en lugar de ir en pos de un amor efímero, y regresar de nuevo a Lofoten y eternizar allí la brevedad inmensa de aquel beso sumergido, influenciada tal vez por aquel poema de De la brevedad engañosa de la vida, en el que un Luís de Góngora desengañado y triste exclama Cada sol repetido es un cometa. / Peligro corres, Lina, si porfías / en seguir sombras y abrazar engaños, llega al convencimiento que el amor espiritual es la experiencia amorosa más subida y duradera: a partir de ahora sólo buscaré ese amor que nunca se rompe, ni se muere, ese amor que nunca se ahoga. Solicita pues entrar en el convento de las monjas cistercienses del Pazo de Covadonga.
La Lina Bazán de este cuento apócrifo, politemporal y mestizante se convertirá con el tiempo en la doctora de Ávila de ayer que, tras renunciar a su amor carnal con el fraile Jerónimo Gracián, logró alcanzar La séptima morada, la cumbre más alta de la montaña sagrada de Noruega.
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