sábado, 27 de mayo de 2023

Sacrílega pureza



Llueve mientras leo El pecado mortal de Silvina Ocampo…, o más bien lloro al pensar que lo horrible imita lo hermoso. Lloro al ver la maldad obscena de un hombre misterioso destrozando sibilino y enredoso el sueño comulgante de una muñeca ante el altar de su inocencia.

E intento en esta tarde de reflexión electoral explicarme el sentido impúdico-poético de este oxímoron incomprensible (sacrílega pureza). Introducción de un pene pecaminoso en la santa vagina de una urna transparente y virginal. ¡Me sugiere tantas cosas: inmunda blancura, santa culpabilidad, turbia sutileza erótica, malvada inocencia, mutua complicidad entre el vicio y la virtud, premeditada obsesión fálica…!

Y este cuento de Silvina me engatusa más por lo que no dice y calla que por lo que cuenta de manera tan insinuante, literaria y litúrgicamente bella. Por eso no me extraña que Alejandra Pizarnik se enamorara de los hechizos de Silvina Ocampo, que le escribiera desesperada y triste diciendo: 
Sylvette, cúrame, no hagas que tenga que morir, ya... Quisiera, mon amour, que estuvieras desnuda, a mi lado, leyendo tus poemas en voz viva.

 

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