miércoles, 24 de mayo de 2023

Lluvioterapia


 

23 de mayo. 18:30.

Tarde de lluvia fina aquí donde tú estás en lo alto de Las Balsas de Molina de Segura.

Mientras que allá en Cartagena la Dana se ceba anegando ramblas y jardines, sótanos y avenidas, castigando campos y plantaciones, tú te alegras por las tomateras revestidas por el brillo del agua que trepan alegres por su barraca de cañas en el Partior de las 25 tahúllas. Y te sientes partido en dos: entre el dolor ajeno y tu gozo al ver florecer de blancos y amarillos calabacines, zarzamoras y pimientos. No entiendes por qué la tristeza de unos, el llanto de los demás, puede ser al mismo tiempo tu canto. Te sientes culpable de ser feliz. La misma lluvia que se lleva por delante un trozo del alma de quien tenía su amor guardado en la tierra, es el agua que a ti ahora te alivia y calma.

La limpieza del exterior traída por la lluvia entra por tus ojos que se ensanchan claros al contemplar las hojas lavadas de la morera cuyas lágrimas son perlas para las bocas de unas muchachas que ahora ves pasar y se detienen bajo el árbol a degustar el ya morado de su fruto recién nacido. Y de pronto, no sabes si es tu vista cansada o tal vez estés equivocado y confundas los labios de estas dos jóvenes con el rojo de un beso invisible y apetecido, ardiente y deseado. Beso que se desborda llegando generoso y sobrado hasta el corazón de tus labios. El placer de las muchachas es también tuyo y del universo entero, lo mismo que es tuyo el dolor del agricultor que perdió sus melones allá por los campos de Cartagena.

La lluvia que hace crecer el sembrado, da de beber a gorriones y gusanos, gavilanes y palomas, es también alimento para los sentidos del alma. Pluvioterapia mística.

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