viernes, 19 de mayo de 2023

Mentira cochina



Cuando me contaste lo tuyo con Cinta me acordé de aquel poema de Neruda (Farewell) Para que nada nos separe que nada nos una.

Desde que te divorciaste de tu mujer, hace ya siete años, eres feliz. Cinta también. De vez en cuando quedáis. Cada vez la encuentras mejor, más guapa y sonriente, elegantemente vestida.

Cuando estabais juntos, apenas se arreglaba, era más descuidada. Y tú exactamente igual. Se te daba lo mismo ir descalzo, que en zapatillas; con los faldones por fuera, que despeinado. Tan seguros estabais el uno del otro, que estos detalles aparentes no eran lo esencial en vuestra relación. Lo importante era lo que os ataba por dentro, el acero inoxidable de un fuego interior imposible de ser apagado. Mentira cochina.

Durante el tiempo que estuvisteis casados, vuestra comunicación se reducía a lo mínimo. Si vivíais juntos ¿para qué hablar, si vuestros cuerpos lo decían todo? Si os queríais, ¿para qué apuntalar vuestro amor con artimañas fingidas? Era tanta vuestra sinceridad que no escondíais nada. Cuanto más des-nudos, más unidos y encintados estabais. Mentira cochina.

Mientras permanecisteis casados, despreocupados andabais el uno del otro. Nada que decir, nada que comentar, nada que reprochar. Confianza plena. Mentira cochina. Tú te arrinconabas en el sofá con tus cascos a oír música, completamente ausente. Cinta por su parte, ensimismada en sus lecturas, o pegada al teléfono hablando con sus amigas.

Por inexplicable que pareciera, vuestro enamorado idilio empezó a partir de vuestra separación. Tú no parabas de cortejarla. Cuanto más lejos de Cinta, más la echabas de menos, más la necesitabas. Os citabais en un bar para hablar, para hablar de los hijos. Mentira cochina. Durante los años que vivisteis bajo el mismo techo, ni los hijos, ni el colegio, ni siquiera un y tú cómo estás fue tema de vuestra conversación.

En cambio, por lo que me cuentas, ahora, después de siete años, estás completamente colgado de ella. Decides verte con Cinta, pero lejos de su casa, fuera de vuestra vieja casa conyugal. El recuerdo tedioso del ambiente aburrido del hogar os da grima. Preferís quedar en Quitapesares, un chiringuito bucólico del monte, lugar paradisíaco desde donde la ciudad al atardecer activa tus hormonas. Tú, el que siempre te habías desentendido del tema de la educación de los hijos, inicias la conversación: a la niña le han quedado las mates, deberíamos ver la manera de buscarle un profesor. Mentira cochina. Cinta demasiado sabe que este comentario tan sólo es una falsa justificación para seguir viéndoos. Pero no te lo reprocha como otras veces. Cinta disimulada, se deja coger su mano por la tuya. Una brizna del ciprés cae sobre el brillo de sus cabellos. Te insinúas para retirársela de su cabeza. Otro pretexto. Tus dedos se detienen sin querer sobre el rubor de su cara. El roce de tu mano se detiene más de la cuenta. Ella lo nota y al verte tan explícito, te dice échame un poco más de vino. Los dos sabéis que esto es un juego. 

Mientras estuvisteis viviendo juntos, si a ti te apetecía hacer el amor, a ella le dolía la cabeza. Y cuando ella te deseaba, le decías Cinta, no, estoy muy cansado. Ahora es distinto. Cochina mentira.


3 comentarios:

  1. Excelente el ritmo, las palabras elegidas, la cadencia del cuento y no es una mentira cochina.

    ResponderEliminar
  2. Es, la vida misma.pasamos mucho tiempo sin atizar el fuego. La rutina sin hemociones es mala por mucho que quieras disfrazarla.

    ResponderEliminar
  3. También son "mentira cochina" los encuentros posteriores en ese lugar idílico. Sin un reproche, sin nada de rencor, sin culpas, sin echarse nada en cara.....sin " cochinas mentiras".

    ResponderEliminar