Lo que nuestros abuelos llamaron Dios, mañana sus nietos llamarán ciencia, conocimiento. El concepto-Dios fue desterrado por irracional, pecaminoso y nocivo para la salud. El aspirante a santo tenía la piel demacrada y sus ojos extraviados.
Hoy de nuevo los expertos nos avisan de las consecuencias desastrosas de creer en algo demasiado. El objeto de un deseo desorbitado puede convertir en esclavos de la fe a sus enfurecidos devotos…, hasta devorarlos como hizo la carcoma del tiempo con el trono de madera de nuestro señor Santiago, el patrón del sacro pueblo de Iberia.
Sin ir tan atrás, un ejemplo reciente: Los mismos defensores a ultranza de la IA (inteligencia artificial), que auguraban la tecnología como panacea de nuestra supervivencia, hoy defienden lo contrario: Apagadlo todo. Si seguimos adelante con el invento de la Inteligencia Artificial, todo el mundo morirá. Apagadlo todo.
El santo y hereje Angelus Silesius, siglos antes, en unos de sus epigramas, ya nos advertía de la dificultad de ver a Dios en persona: Dios es una pura nada, no lo toca ningún aquí ni ahora: cuanto más lo buscas, más Él se te sustrae.
Los dioses son el invento primigenio necesario para soportar la incertidumbre. No hemos logrado sustituirlos. Son el mar menor. Acertado como siempre, Juan. Un abrazo desde Bruselas, alejado de dioses y estatuas.
ResponderEliminar