domingo, 27 de noviembre de 2022

La distancia es la belleza del alma



Esta mañana, escrita con tu propia letra te encuentras en tu Diario con esta frase: La distancia es la belleza del alma. La grafía es tuya, pero no crees que seas tú el autor de palabras que no encajan con tus ideas. Máxima tan enajenada parece más bien salida de un delirante astronauta, un poeta corto de vista, o tal vez fuese el mismo Van Gogh quien la dijera tras pintar, desde la ventana de su manicomio, allá por tierras galas, el óleo de su Noche estrellada. Así pues, fuera de contexto, no encuentras en dicha frase sentido alguno. Y en el caso de que hubieras sido tú quien profiriera tan sibilina sentencia, quieres saber el motivo que te llevó a expresarte de manera tan incomprensible. Así pues tratas de hacerte una composición de lugar, imaginar el escenario, la orografía y el caldo útil que diera luz a tan enigmático pensamiento.

Es más de media noche. Estamos en agosto. Tumbado en la hamaca te recreas rastreando allá a lo lejos en la Nebulosa del Águila, (a unos 6.500 millones de años luz), Los Pilares de la Creación. Te sientes perdido en la inmensidad del firmamento, atrapado en esa gran distancia infinita que te ciega, te confunde y te aniquila. Eres un búho de escayola. En medio de tanta penumbra, y desde tan lejos te es imposible palpar hermosura alguna, a no ser que la belleza sea ese oscuro bulto de tu jamás logrado avistamiento.

Desde la distancia, a tu edad, no ves ni un pimiento. A ti te gusta tocar, abrazar apretado, sentir en tus manos el calor de las cosas, arrimarte al fuego de la carne que amas.

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