martes, 17 de mayo de 2022

Camino de imperfección



Hubo en su vida un momento, un momento eterno y santo, en el que abjuró de toda forma, impureza y veleidad. Tiempo de juventud atesorada. Su convencimiento, entrega y afrontamiento eran su más pura esencia, desprovista de tibiezas, hojarascas y presunción. Fue fiel a rajatabla. Consagrado cumplidor, todo un talibán, sin dudar ni un segundo de su verdad atornillada que ajustaba el andamiaje de todas las piezas de su ser, cual una brizna de hierba, inquebrantable.

Hoy, en cambio, aquella su sazonada fidelidad inamovible a las tablas virtuosas de su adorado credo le parece una herejía. Es más transigente con el vicio y las malas formas de la gente. En las maneras pecaminosas se ve a sí mismo retratado, camino de imperfección que le lleva como rata al vertedero a fundirse con el bien.

No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada; yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas. (Antonio Machado. Proverbios y Cantares.)

Mañana su dolor será más grande cuando muera y tal vez con él desaparezcan también su Dios y sus sueños.

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