sábado, 5 de febrero de 2022

Bocanear



Cuando llamas bocanadas a tus exhalaciones escritas, te referirás, -supongo-, a esa manera instantánea, impulsiva de decir lo que por dentro te recome, lo que te comprime, aquello que de gozo o de tristeza te consuela, o se te atraganta. El estallido excretor que, cual botella de dióxido de carbono, explota liberando el gas que por dentro a punto está de hacer saltar el corcho de tus vísceras en mil pedazos.

Bocanear, (de bocanadas), es salir de tu ostracismo, una manera de confirmar tu existencia, convencerte que estás vivo. Dar alas a las ratas de tus obsesiones, sacarlas de su escondrijo. El aullido del lobo en medio de la noche aterradora. El chacal no puede aguantar por más tiempo el fulgente silencio de una luna que carece de luz propia. Sólo existe lo que se dice. Luego debes escribirte, ladrar a diario. Necesitas desdoblar tu vida en un espejo de papel, si quieres seguir vivo.

Nunca olvidarás la expresión vacía de los ojos de aquella muchacha. Estabais los dos en la barra de un bar, en medio del bullicio de un coro de clientes dicharacheros que hablaban y hablaban sin decir ni una palabra que mereciera la pena. Ella te hizo esta confidencia:
Cuando al levantarme por la mañana, me miro en el espejo, y no me veo reflejada en el cristal, me entra tal miedo por todo el cuerpo, que me convierto en el fantasma de mi propia persona.
Una vida, sin compulsar su veracidad en otra fuente distinta a la propia, no existe, es una paranoia. Para vivir es necesario escapar de nuestra subjetividad, salir de nuestro yo dormido, convertir en pan el trigo estéril de nuestro solipsismo. Pero aún así te preguntas:
¿Acaso escribir no es sumergirte aún más en la espiral de tu propio egoísmo, en la tautología cacofónica de tu engatusamiento subjetivo?
¿Qué te sugeriría el subir un comentario a la red y que allí, en la nebulosa de las redes sociales, nadie te dijera ojos claros tienes, que nadie hiciera ni un clic en tu entrada? Yo dudaría de que hubieras subido dicho mensaje. Necesitamos contrastar nuestra en-sidad con el ser, con el en sí de otra persona. El dos sin el uno es una entelequia. En pregunta sin respuesta no hay pregunta. ¿Acaso un átomo, solo en el universo, sin cruzarse con otro, podría tener constancia de su existencia? Un ejemplo: un desempleado, tras cuarenta años de guardar cola en la Oficina de Empleo y no encontrar colocación alguna, llegó a la siguiente conclusión: O una de dos: o yo no existo o el Sef es una mierda.

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