miércoles, 1 de diciembre de 2021

Dos elegías al mismo tiempo



Grandes obras literarias se debieron a la encarcelación o al confinamiento. La Divina Comedia: Dante, desterrado de Florencia. Los Miserables: exilio de Víctor Hugo en la isla de Jersey. De profundis: Oscar Wilde: penal de Reading. Inglaterra. Marcos Ana, Isabel Allende...

Y tanto otros, como Publio Ovidio Nasón, de quien en estos días estoy leyendo su Tristia (Las tristes). ¿Acaso el dolor es mayor fuente de inspiración que las aguas templadas del placer? Nada más empezar a degustar la dulce cadencia de su primer verso tristissima noctis imago (la tristísima imagen de aquella noche), al margen de que yo comparta las posibles razones que pudieran llevar a este hombre al exilio, considero su castigo como un atentado a la libertad de expresión, y siento su elegía como propia y escucho como mía su tristeza.

Allá por el siglo primero de nuestra era, Ovidio es condenado a vivir en un pueblo frío e inhóspito, situado en la periferia del Imperio. A día de hoy, aún no sabemos cuáles fueron las verdaderas causas de tal condena. El poeta en sus escritos alude a que tal vez el motivo fuese Ars amatoria, aquel otro libro suyo que, según algunos, incitara al libertinaje (lascivia fecit). A un hombre como él, acostumbrado a la molicie de una Roma frívola, sensual y ociosa, se le hace insoportable vivir alejado del feriado ambiente de la Urbe, privado de su amante esposa, sus admiradores/as, su público... Ovidio confiesa ser víctima de su propio ingenio, y suplica al emperador que le sea levantado tan horrible castigo. Y sin pudor alguno así se exculpa: crede mihi, distant mores a carmine nostro / -vita verecunda est, Musa iocosa mea- / magnaque pars mendax operum est et ficta meorum. (Créeme, mis costumbres son distintas de mi poesía / -mi vida es honesta, mi Musa divertida- / y gran parte de mis obras es falsa y fingida). Y luego de leer este último verso, pienso que este tal Ovidio pudiera ser sincero y un gran poeta, pero como persona me parece un tanto flojo, por sus pataletas al parecer aduladoras y serviles hacia el emperador aquel que tanta desventura le infligiera.

Y en tanto yo veía cómo por los ojos del poeta sus lágrimas se derramaban: y así como mi estado es lamentable, de la misma forma lo es mi poesía, adaptándose lo escrito a su materia, Almudena Grandes, mujer coraje, alejada era también de este mundo, fulminada por un cáncer. Hay quienes mueren de pie, otros mientras lo hicieron como supieron o como pudieron. Y acto seguido leo un tuit de García Montero, pareja de la célebre y combativa escritora fallecida, que me sabe también a elegía, a llanto y canto, a pérdida y poético extrañamiento:
Supongo que estar hundido es un modo de seguir enamorado y de empezar una nueva vida con el amor de siempre.

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