jueves, 21 de octubre de 2021

Sueños ilegales

 


…todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.


Calderón de la Barca

Hablan los románticos e idealistas de la realidad de los sueños y su importancia. Yo aquí me refiero al sueño como esa actividad inconsciente de la que, mientras dormimos, somos sujetos involuntarios de escenas sin consistencia real alguna, sin orden ni concierto. Otra cosa muy distinta son las ilusiones y deseos, esa cuerda que hace arrancar el motor de nuestro cuerpo y lo mantiene en marcha hacia yo qué sé qué fin o qué umbral por descubrir. Los sueños, en su sentido orgánico y fisiológico son sólo sombras de hechos que jamás tuvieron lugar. Y al no tener correspondencia objetiva, ni corresponderse tampoco con lo sucedido, todo aquello que se derive de ellos, no debería ser imputable. Los sueños, así como sus consecuencias, deberían estar fuera de toda responsabilidad jurídica. Por ejemplo, ¿podríamos censurar a un sonámbulo por mearse en el cazo donde su mujer puso durante la noche los garbanzos a remojo? 

Y si no que se lo digan a quien una noche soñó que había sido el marido de Rocío Jurado, la gran folclórica de Chipona. A la mañana siguiente, ni corto ni perezoso, se levantó todo convencido, como viudo de la tal señora, y se encaminó presuroso al Registro de la Propiedad para reivindicar como herencia suya la finca de la Yerbabuena, donde, según él, había residido en vida con la cantante. En la actualidad, este supuesto soñador ilegal, cumple condena en la cárcel de Botafuegos, en Algeciras, por suplantación de identidad.

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