domingo, 24 de octubre de 2021

Historia de un espía


 

Después de ver Historia de un espía, viejos recuerdos, revueltos de añoranzas, conquistas y desengaños, han removido mi conciencia, (no encuentro otra palabra para expresar esa parte de mi ser que se sintió de golpe acosada por preguntas sin respuestas).

Alfonso Palazón, Paco L. Mengual y Antonio Costa Valente son los coautores de un proyecto cinematográfico, subvencionado por el Ayuntamiento de Molina de Segura. Cuentan la vida de José Luís Espinosa, una persona que llega a ser secretario general de la UGT de Murcia, infiltrado en los Grapos, jefe de los servicios de seguridad y coordinador en Murcia de la campaña del PSOE en las primeras elecciones generales (1977) de la democracia, teniente del Frente de Liberación Nacional de Argelia, confidente de la policía franquista en los tiempos de Martín Villa, traficante de armas, preso en Carabanchel por intento de asesinato de Antonio Cubillo, (amigo suyo) y líder del movimiento independentista canario … Al final, este hombre muere solo y en la indigencia a los 90 años en Murcia (2016). Toda una vida llena de secretos, dudas y de verdades a medias, digna de convertirse muy pronto en una célebre novela de suspense y entresijos políticos, escrita por la buena pluma de nuestro amigo Paco López Mengual.

Como digo, sacudida quedó mi mente como una estera tras ver este documental. Agradezco el trabajo limpio, exhaustivo, recopilador, respetuoso y expuesto de manera que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones. ¿Es posible ser bueno y malo al mismo tiempo? ¿El corazón de un doble agente, inculpado por querer asesinar a su mejor amigo, será capaz de enamorarse de una mujer, de su hijo adoptivo? ¿Cómo es posible que un socialista, un anarquista utópico, pueda intimar y colaborar con un agente de la policía secreta del régimen de la dictadura?

En mis años jóvenes, había yo oído hablar de Espinosa, no lo conocí personalmente. Su existencia siempre velada, oscurecida y llena de recelos. La verdad es que aquella época de la España nuestra, toda ella cubierta estaba de sombras, esa costra gris y purulenta que hasta lo más sagrado ennegrecía y empañaba. Y me lo figuraba como un antepasado de lo poco que quedaba de una UGT exiliada, represaliada, expoliada y defensora de los trabajadores más indefensos. ¿Qué es lo que esconden estas personas que dentro de sí llevan como dos almas diferentes y fieles a dioses antagónicos? Su figura mítica era un icono, tras cuyo personaje cabían lo mismo embustes creíbles que verdades como puños.

Precisamente en estos días, hace diez años que la banda terrorista ETA anunciaba el cese definitivo de la violencia. En la década de los sesenta la lucha armada, como instrumento válido para combatir abusos y dictaduras, era todavía una opción, sobre todo en algunos miembros de organizaciones de orientación trotskista (y no tan trotskistas) (FELN, FRAP, GRAPO, GAL, MPAIAC…). Aún resuenan en mis oídos aquellas palabras (1972) de un compañero de celda: ¿Tú te crees que estos comunistas amigos tuyos, van a derribar a Franco, engordando sus blanquecinas barrigas aquí sentados a la sombra? Mi compañero de talego era otro de tantos que en aquel tiempo aun pensaba que las guerras se ganan utilizando las mismas armas del enemigo a batir.

La reconstrucción de la vida azarosa de José Luís Espinosa, envuelta entre ideales encontrados, puede suscitar en algunos, la creencia de que los que se dedican a la política son mala hierba, algo sucio. ¿Hasta qué punto una persona que consagra su vida a procurar el bien de los ciudadanos puede regentar un prostíbulo en Vallecas y grabar a los policías que acuden allí por si luego necesita algo de ellos? Más allá del morbo de una vida rodeada de situaciones rocambolescas cuenta también el sentimiento de un hombre que se entrega a causas justas, pero que a su vez es traicionado por esas mismas personas que encarnan esos ideales. Habré hecho cosas malas, pero he salvado muchas vidas, -se justifica José Luís Espinosa.

Los nobles revolucionarios clásicos se distinguen precisamente de los pseudopolíticos, trepas y oportunistas, en que aquellos eran capaces de conmovernos. Tras haber visto Historia de un espía, no dejo de pensar, que detrás de todo hombre taimado y tortuoso queda siempre algo de esa nobleza y bondad que todos guardamos dentro de nosotros.

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