domingo, 8 de agosto de 2021

Cardo borriquero


La hija está de vacaciones a más de mil kilómetros de la casa materna. Sorprendida por una flor que ha visto por tierras lejanas envía a la madre por wasap una foto: ¡Mamá, mira qué preciosidad!

En el corral, la madre cultiva, desde tiempo inmemorial, estas mismas plantas, unos cardos borriqueros de aspecto grotesco y birrioso, pero que, después de haber sido cosechado el fruto de sus alcachofas, renacen flores exquisitas de un azul intenso y aterciopelado, iguales como las que acaba de enviarle la hija.

La madre se sorprende que la hija, durante todo el tiempo que ha tenido delante de sus narices estas mismas flores, no se haya fijado en ellas: Tiene gracia la cosa -dice la madre-, que mi hija haya tenido que desplazarse hasta la Conchinchina para darse cuenta de lo que junto a ella siempre aquí tuvo… Y remata la madre: A veces uno ha de alejarse de sí, para enterarse de la belleza que a su lado alberga.

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