sábado, 20 de marzo de 2021

Una dulce mentira




Un día alguien me dijo:
No entiendo nada de lo que dices.
Contesté:
Yo tampoco.
Y añadió mi entrañable censor:
Tengo entendido que has cambiado a Dios por la poesía.
Me defendí:
¿Acaso Dios no es una metáfora?
Resolutivo y solemne sentenció mi interlocutor:
Sí. Pero Dios no es una metáfora más. ¡Es la Metáfora!
Ahora era yo el que no comprendía tan extraña definición divina. Y para que me explicara mejor su fe, le pregunté:
¿Algo en lo que creemos, pero al no saber de qué se trata, recurrimos a una imagen para hacernos una idea…?
Y viendo mi amigo en mis palabras una cierta ironía o resistencia a admitir su punto de vista, quiso dar por terminada nuestra conversación:
¡Más o menos!
Luego me quedé pensando: ¿Acaso no soy yo el que fabrico mis propias creencias, las deposito en el altar de mis supuestas verdades, y me arrodillo ante ellas cual fiel devoto necesitado de una dulce mentira? 

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