lunes, 8 de febrero de 2021

Big Brother

 



Lo invisible, por su naturaleza y virtud, todo lo palpa y lo llena, nada es ajeno a su mirada.

Si eres tú, mi mirón indiscreto Big Brother, el que apalancado tras la pantalla de este escritorio observas cada una de las letras que pienso y pulso en este teclado impresionable y supersensible, sábete, mi gran hermano, que te detesto como a un enjambre de avispas. No hay nada que más me moleste que ser blanco a todas horas de la flecha de tus ojos perspicaces.

Tuve yo de pequeña un dios temible que como juez omnipresente me espiaba durante el día y la noche. Todo aquello que hiciera de palabra, pensamiento, obra y omisión, no escapaba de su vista. Es tu ángel de la guardia, siempre va contigo, para que no te pierdas -me decían las monjitas. Tal vez, desde entonces tengo la manía de no aguantar a ningún oliscón a mi alrededor. No lo puedo remediar, me aturullo, me pongo nerviosa. De tal manera me siento acosada, que careciendo mis actuaciones de la libertad que precisan, todo me va de mal en peor.

El otro día instalé en mi ordenador una agenda personal, me ayuda a recordar aquellas cosas imprescindibles, que si llamar al de la calefacción, asistir a la cena con las amigas del trabajo, quedar con mi primo el asesor para que me ayude con lo de la declaración de hacienda… Cada vez son más las cosas que se me olvidan. Ya no porque me falle la memoria, es que inconscientemente, mi responsabilidad quiere verse libre de tanta carga. Y, si escribo primo, de inmediato me sale mi árbol genealógico, y si escribiera renta, me saldrían los mejores paraísos fiscales donde esconder la fortuna que no tengo.

Otra cosa también que me fastidia más que un moscardón detrás de la oreja es que cada vez que entro a Google para informarme de cualquier cosa, me piden que me identifique: Si desea continuar, consienta y acepte. Lo que interpreto como un cheque en blanco para que dispongan de mi intimidad a su capricho. Y lo peor del caso es que dicen, que es por mi bien, para personalizar mi perfil, para evitar fraudes y garantizar mi seguridad. ¡Mentirosos!

Por ejemplo, si ahora mismo apunto en mi agenda la visita programada que tengo con el óptico el martes que viene..., antes de terminar, me llueven a manta multitud de estilos de gafas, de cerca, de lejos, bifocales, anti vaho, ahumadas, progresivas...

Para colmo. Quería yo sorprender a mi amante con una cena original. Mi novio se llama Juanete. Estaba yo poniéndole un wasap a mi madre para que me dijera cómo hace ella el queso frito con tomate. Juanete, porfa, -le dije a mi amigo-, ¿me acercas el boli? Y antes de que él me lo trajera, me aparece en la pantalla un anuncio publicitario: si el dedo gordo del pie se te tuerce debido a un abultamiento de una de sus falanges, en menos de 24 horas te mandamos el corrector ajustado para tu juanete.

No acaba aquí la cosa. Tal vez tú, pájaro mirón de mi escritorio al descubierto, te diste cuenta, (incluso antes de yo misma saberlo), que estaba preñada. De lo contrario ahora no estaría como una loca tras una farmacia en busca de un test de embarazo.

Y lo que más me joroba de todo este asunto es que no sé si el que me ha dejado embarazada es mi novio el Juanete, o acaso, hayas sido tú, mi omnipresente Big Brother. ¡Con tu eterna impertinencia de estar siempre encima de mí, cualquiera diría...!

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