miércoles, 12 de agosto de 2020

Diario de prisión (Ho Chi Minh)

  


No es mi intención referirme a Ho Chi Minh como aquel tigre que fue capaz de vencer al elefante. La metáfora no es mía. Decía él mismo, refiriéndose a la guerra por la independencia de su país, la República Democrática de Vietnam:
Esta es una lucha entre un tigre y un elefante. Si el Tigre (nosotros) nos asentáramos en el territorio del Elefante, (los americanos) nos aplastarían con su peso, pero si conservamos la movilidad del Tigre, el Elefante morirá desangrado por las garras del Tigre.
Tampoco trato ahora de elogiar su persona como militante mundialmente reconocido en la lucha por el socialismo.

Si acudo a él, no lo hago como revolucionario, libertador o estadista. Simplemente que ha llegado a mis manos Diario de prisión. (Colección Cocuyo). El padre de la patria vietnamita, llevado por su quehacer revolucionario se dirigía a Chung King para entrevistarse con las autoridades chinas. Fue entonces cuando fue arrestado por la policía de Chiang Kaichek.

Estos poemas fueron escritos por Ho Chi Minh entre septiembre de 1942 y octubre del 43 en las muchas cárceles del Kuomintang en las que fuera recluido. Poemas sencillos, llenos de sensibilidad, catadura moral, sensibilidad, amor por la naturaleza, solidaridad, simples anotaciones tras la contemplación de un paisaje... En una libreta arrugada de tapas verdes el poeta escribe, en las noches en que el sueño se le escapa, lo que durante el día más le impresiona.

Tan sólo trato de entresacar de este libro algunos párrafos que han llamado mi atención:
Escarpadas montañas, riscos. Desfiladeros, sin peligro pasé,
Y ahora en el llano encuentro difícil el camino.

En la mañana el sol, trepando, por el muro,
Llega a la puerta y llama. Mas la puerta
Permanece cerrada. En la prisión la noche
Continúa.

Los antiguos gustaban cantar a la naturaleza;
Los ríos y los montes, el viento y las flores, la nieve y la niebla.
La poesía de nuestro tiempo debe cantar al hierro y al acero,
Y los poetas, aprender a luchar en la batalla.

Nada grande ni extraordinario,
Ni principesco ni imperial.
Sólo un bloque de piedra bien modesto,
Junto a la carretera principal.
Para no extraviarse, los que pasan
Todos por su camino te preguntan.
Tú. Solícito, a todos lo señalas
Y les dice cuánto falta.
Pequeña piedra tu tarea es importante,
Por los viajeros no serás olvidada.
En Bosque de Canela no hay canela ni bosque.
Tan sólo aguas profundas e inaccesibles, montes.

En las noches sin fin, en que el sueño se escapa,
Escribí en la prisión un centenar de poemas.
Al terminarlos, siempre, dejo el pincel y voy
A ver el libre cielo a través de la reja.

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