jueves, 27 de agosto de 2020

Cuenta conmemorativa



Entro en Facebook. Quiero configurar de nuevo mi cuenta. Y me encuentro con la opción de establecer un contacto de legado. No sé lo que quieren decir. Sigo leyendo. Se trata de elegir, una vez yo haya muerto, a alguien de mi confianza para que se encargue de gestionar mi cuenta. Cuenta conmemorativa la llaman. Dicha persona se encargaría de mantener activo mi muro con sus babas y loas. No hablan siquiera de la muerte. Utilizan una palabra más suave, fallecimiento, nombre menos fatídico, para no espantar. Sutilezas del mercado.

Desde hace un tiempo, sobre todo a partir de mi acumulado enésimo y último cumpleaños, no paro de recibir correos en este sentido; de Géminis, de la Divina Pastora, de Decesos la Parusía. Hasta uno de ellos dice textualmente: Juan, mima tu muerte al mejor precio… Cuervos merodean alrededor de mi cuerpo, presto, según estos fúnebres agoreros, a ser devorado por las implacables Moiras.

Y hoy, para más inri, heme aquí con esta puntilla de Facebook que me descabella como un manso bóvido acuchillado. No dudo de la buena intención de toda esta gente queriendo perpetuarme más allá de la puntada postrera del retal de mis días. Pero no -les digo-, muerto el burro, la cebada al rabo.

Y a propósito de óbitos y conmemoraciones, hoy hace setenta años que murió Pavese, aquel que dijera: La poesía no es un sentido sino un estado, no un entender sino un ser.

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