lunes, 31 de agosto de 2020

El virus no existe




No hay nada peor que un concepto mal definido. Al menos eso me pasa a mí estos días que veo cómo se tergiversa la palabra libertad. La misma libertad que antaño, en la dictadura, fue defendida con uñas y dientes por los partisanos de la democracia, hoy es apoyada en Londres, Berlín, París, Nueva York, Madrid,… por aquellos que, en tiempos atrás, negaban el pan y la sal a la mayoría de la población.

El doble pensamiento ya criticado en el siglo pasado por Orwell en su libro 1984, hoy es utilizado para obligarnos a decir que la esclavitud es la libertad. En aras de la libertad encadenan a la misma libertad. Y así he podido leer en las pancartas desplegadas en las manifestaciones de este fin de semana, eslóganes que me chirrían, que me suenan a medias verdades, a mentiras enteras.

¿Cómo dos hechos completamente antagónicos pueden ser al mismo tiempo verdaderos? El sentido común es la cura. El virus no existe. Estos negacionistas de la pandemia defienden sus ideas con falacias muy difíciles de desmontar, por la defensa que hacen de los mismos valores que esgrimen sus contrarios. De ahí mi confusión.

Recuerdo aquella reunión en la que yo un día asistí. Como sabéis estoy sordo de remate. Al llegar la hora de votar, yo que ni siquiera sabía de qué iba la propuesta, ¿sabéis lo que voté? Elemental, mi querido Watson. Lo contrario del representante del partido contrario al mío. Ya sé que no fue muy inteligente por mi parte, no estuvo nada bien. Pero es que cuando las ideas no las tengo muy claras, el sentido se me ciega o el conocimiento no me alcanza a desentrañar la verdad que esconden ciertos conceptos, amañados por malabaristas interesados, me ciño más bien a la honradez de aquellos que los proclaman.

No sé mucho de estas cosas, pero me huelo que una segunda ola de neonazis amanece por donde el sol se pone. O sea que el ocaso es el futuro y el mañana es el ayer. Embustes viejos vestidos con trajes nuevos, de domingos relucientes, no dejan de ser mentiras ¡En menuda distopía estoy metido!

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