miércoles, 1 de julio de 2020

Pies pajizos




¿Acaso el siguiente texto no es una fruslería grandilocuente, casposa y repelente, envuelta en un celofán repleto de frases hueras y presumidas?

Abierta en canal, muestra el joven surco de sus ingles mojadas y calientes por el agua recién caída. Siente la tierra el placer de una caricia lenta, infinita. Con suave y santa liturgia unos dedos inacabados, gotas pausadas, intermitentes, repetidas de lluvia transparente y luminosa, palpan minuciosos, fieles y atentos la piel sonrosada, cremosa y lisa de un cuerpo de mujer penetrada, humedecida, inabarcable. La profunda y distendida sonrisa galáctica del gozo sin fin y enajenado revela la esponjosidad acogedora de sus labios siderales, florecidos, terrenales. La tierra madre, poseída por el semen del agua, rezuma y se fecunda solazada en medio de una noche de lluvia interminable...

De tanto querer el autor de estas letras de adjetivos sobrados y hueros abarcar con sus estilizados trazos su amor eterno por la mujer de sus sueños, se murió con los pies pajizos.

Ya lo dijo aquel otro dandi de las frases rebuscadas y sonoras: Los amores eternos no son más duraderos ni más ciertos que el arrebato de una pasión instantánea y caprichosa. El amor no sabe de letras ni gramáticas. El amor, por suerte, es analfabeto.

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