martes, 19 de noviembre de 2019

Aflicción política






Aflicción política ante la aplastante victoria de la ultraderecha en la región de Murcia.

¡Málaga, que estoy llorando!
¡Málaga, que lloro y lloro!

(César Vallejo. España, aparta de mí este cáliz)

¡Durante más de media vida, jornaleros labrando los campos sedientos de una Murcia encadenada y abrupta, sembrando sueños, para hoy, un noviembre electoral, venir a recolectar un nido de serpientes!

Sindicatos, Partidos Obreros, Plataformas Unitarias, Asambleas, Juntas de Barrio, Comités a destajo..., de sol a sol faenaron, dejaron preñada de ilusiones la tierra con el sudor y las lágrimas de su militancia. Aquel esfuerzo de otrora, hoy, tirado por la borda, búmeran contra un pueblo que nos sale rana, que tira piedras sobre su propio tejado, votando, eligiendo a los que convertir quieren las esperanzas en espray de cucarachas. Los cucarachas..., ¡nosotros, que dejamos morir al apestado extranjero a las puertas de nuestra casa!

¿Fueron nuestras manos tan torpes que no supieron arar, ni alimentar ganados? Dimos de comer al lobo, al buitre, al caimán, en lugar de saciar el hambre del pájaro y el cordero. En vez de regar la flor y el trigo, cultivamos espinas y abrojos, dimos de mamar al zorro.

La madre tierra, macheada por un río de azahares y frutales, preñada de un mar blanco de peces joviales, coronada por una sierra de miel y romero, dio a luz una hermosa criatura, hoy malograda por el parto de los montes. Una rata efervescente ha nacido, lleva tatuado en el lomo el anagrama verde-agrio y pestilente del rencor, la xenofobia y el síndrome de las antiautonomías. Aquellos aguerridos universitarios, afiliados combativos, redentores del pueblo, sindicalistas de clase, aquellos que dejaron en cinta a la Murcia de sus amores, hoy sienten vergüenza. ¿Qué hicimos mal? -se preguntan- ¿Acaso las semillas que plantamos eran comadrejas y cuervos que hoy a nuestros nietos les sacarán los ojos?

Tengo un dolor muy grande aquí dentro. No me duele que hoy gane el caballo, la cabra o el toro, me duele más el vuelo errado de la paloma que fuimos. ¿Qué es lo que hicimos mal para que nuestros descendientes pongan hoy en entredicho la ley de partidos, la libertad de expresión, los derechos y libertades de todos? ¿En qué nos equivocamos, para tener ahora que tragarnos lo que ayer vomitamos? Nuestros hijos ya no son nuestros hijos, los parió el capitalismo.

El picudo derribará la palmera. El arañuelo y el pulgón descabezarán las trece rosas de la Glorieta. Y en san Esteban, un caudillo de botas negras pondrá sus posaderas sobre nuestras espaldas famélicas.

Murcia ha parido una criatura sin corazón. El fanatismo, la exclusión, las algaradas patrióticas por delante de los nadie, los ninguneados, la escoria, los bienaventurados. La distópica y maldita historia elegíaca contra los mismos jodidos de siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario