sábado, 26 de octubre de 2019

Lectura fácil de Cristina Morales



A la recién galardonada con el Premio Nacional de Narrativa 2019, Cristina Morales, le encanta ver la Vía Layetana prendida de barricadas de fuego. Más que contemplar las avenidas de Barcelona, alegres, festivas, con sus tiendas y cafeterías abiertas al público, lo que le chifla a esta escritora, según ella misma dice, es entretenerse viendo cómo los Cuerpos de Seguridad del Estado se las gastan con las guerrillas urbanas y viceversa. Las emboscadas de unos contra los otros tienen como un morbo-tirón que engancha. Como al flojo, la lucha libre, o al cobarde la pelea de gallos. Y es que en el fondo atávico del ser humano, los instintos de supervivencia frente a los poderes fácticos de la naturaleza, aún perviven como complejos aterradores en nuestra ancestral psicología de seres eternamente acosados por el forastero, lo diferente, por el miedo, lo desconocido.

No debe haber nada más inspirador para un escritor como el beber de un ambiente degradante, desestrucurado, machista, alocado. Construir una novela con los deshechos que nuestra sociedad capitalista genera, además de ser rentable desde el punto de vista económico (20.000 euros), puede hasta resultar encomiable y pedagógico. Cuestionar la moral acomodada, la política progre, un sistema contradictorio, subsidiario y, a la vez hipocrita, siempre es de agradecer por parte de lectores, jóvenes, menos jóvenes, indignados, críticos y no menos desencantados. Es también misión de la literatura, aún con renglones torcidos, contribuir con su arte a la humanización del mundo.

Me detengo en la noticia de este Premio de Narrativa, no por la opinión de Cristina Morales acerca del procés. Bastante ya se han ensañado con ella desde Albert Rivera a Carlos Herrera y otros ignífugos del establishment. De esta autora me interesa la novedad de su estilo, su lenguaje espontáneo, actual, seguido, juvenil, procaz, vivo, provocativo y desenvuelto. Y sobre todo quisiera saber descifrar lo que Cristina quiere decirnos de manera tan desenfadada, satírica y graciosa, qué es lo que ella piensa en concreto de la discapacidad mental, de su tratamiento y de la inclusión en la sociedad de los que sufren este tipo de enfermedad. Lectura fácil es la historia de cuatro mujeres que comparten un piso tutelado en Barcelona.

Por mi parte es aventurado emitir un juicio sobre esta obra, pues de su libro sólo llevo leído una parte. Y de su persona, ¿qué decir? si no sé nada de ella.

Cada vez percibo como si fuera en aumento el número de personas mentalmente tocadas. El estilo de vida, las fobias, el vértigo como sensación buscada, el sentimiento generalizado de que todo es fácilmente conseguible debido a la presión de la publicidad, la volatilidad de la política, la cultura del consumo rápido, el excesivo acento en la excelencia, la competitividad, así como otros contravalores falsamente impuestos como virtudes o paradigmas por nuestra sociedad actual, tal vez sean la causa de las largas listas de espera en los centros de salud mental.

El Estado debería afrontar este problema como una emergencia terapéutica y reparadora. No en vano el modelo de vida marcado por las estructuras que nos gobiernan son en parte responsable de los desequilibrios que cada vez con más frecuencia padecemos. Mens sana in córpore sano.  

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