domingo, 26 de mayo de 2019

Aurea mediocritas





Yo no tengo, ni deseo tener sangre de estatua
(Oliverio Girondo)


Llegué a Itaca,
escalé el Himalaya.
Me dieron la medalla y el laurel,
pusieron mi nombre a la Gran Vía…

Atravesé el valle sumergido,
logré desclavar la espada
de la piedra viva,
sepultada y esculpida.

Hasta resucité
al nazareno crucificado
rematado y muerto
y mil veces renacido
en mi egoísmo…

Me premiaron con el oro
y la isla Barataria.
Me libré del Talión,
del trullo y de la trena.

Salí victoriosa
de la moción de censura.
Llené mi barca
con todos los delfines
de los siete mares conocidos.

Superé la prueba del carbono.
Resultaron ser falsos
todos los análisis
de mi maternidad probada.

Hicieron de mí una escultura
en medio de una plaza sin agua.
Convirtieron mi corazón
y mi cabeza en un poyete
de palomas urinarias, sepulcrales.

Y al verme luego así,
tan ínfimamente encumbrada,
acceso tuve al conocimiento,
a la sabia mediocridad dorada
de mi existencia vilipendiada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario