sábado, 27 de abril de 2019

El entierro de la sardina



Hace ya casi cuarenta años (1980) que, un día como hoy, Blao escribiera, amurallado allá en su buhardilla de las Piteras, esta crónica anti-Otan:

Esta noche se celebra en Murcia el Entierro de la Sardina. El colofón de las fiestas de primavera tiene como pretensión histórica resarcirnos de los antiguos ayunos y abstinencias que nuestros antepasados soportaban durante la cuaresma. Encerrado en mi cuarto y a la una de la madrugada y en la soledad de la noche, cuando todos los míos (¿) ya duermen hace rato, escucho los murmullos de la fiesta, el traqueteo de la pólvora, las risas del jolgorio, los cohetes de la OTAN… Siento ganas de coger el coche, desplazarme al centro, mezclarme con la masa que se divierte con el pitorreo estúpido de una muchedumbre agarrada a una simple chuchería. ¡Si ello al menos me ayudara, tras resaca tan ridícula, a encontrar las llaves del castillo de aquella canción de mis tiempos de niño...!
Nos peleamos por un diminuto juguete de plástico, mientras pasamos por alto, dejamos escapar las caricias de la luna sobre nuestra carne desnortada y arisca. Bien quisiera estar yo ahora con todos esos miles y miles de murcianos que se desviven por ver los colmillos de un dragón de cartón y así brindar y espantar todas las guerras del planeta.
Quizá el pesimismo de la noche es el que hace que me sienta así, tan deprimido. ¿O tal vez mi desánimo se deba al escuchar al señor Lunch, secretario general de la OTAN, cómo se corre de placer cuando habla de misiles y armamentos? 
Nuestras vidas dependen de tres o cuatro pirados que pueden dar al traste con nosotros. Como decía Malraux: "Con la aparición del tanque la historia de la vida del hombre ha cambiado completamente".
Después de cuarenta años, en un día de reflexión electoral como hoy, los viejos de ayer, los niños de siempre ¿daremos con la papeleta acertada para hacer realidad nuestros sueños? 

1 comentario:

  1. Lo que sigue igual es que nuestras vidas dependen de unos cuantos pirados. Y que la estupidez (a juicio de muchos) gana adeptos de forma insospechada y progresiva. Un abrazo.

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