lunes, 13 de agosto de 2018

Flor de Luna







De día, negro; y por la noche, blanco. Flor de Luna odiaba la diafanidad del sol, su justicia implacable, su sabiduría infinita, el martilleo razonador de su tórrida evidencia. De día, la espina de una carne contrahecha se le atragantaba en la garganta de sus locos cromosomas. Por la mañana se ocultaba para no ser juzgado, se vestía de incógnito; y ya metido el sol, libre y sin las acusaciones del rubicundo Apolo, Flor de Luna retozaba como gato panza arriba entre los picos pardos de las estrellas.

Durante el día, sus alas, sus pétalos, su ombligo, sus pezones permanecen encogidos, sellados cual la concha de un mejillón acobardado frente a la crueldad del depredador más emérito y descarado. La invulnerable verdad del mediodía lo humilla como el vendaval a las espigas del sembrado, como azota el huracán a la ondulada cabellera del mar.

Él, tan ensimismado, recatado y tímido, al llegar la noche se despelotaba sin escrúpulos en medio de las cuatro esquinas de la Cuesta de la Magdalena. Flor de Luna amaba la oscuridad, se sentía más a gusto con sus mentiras, honrado en medio de su divina ceguera, que hipócrita con principios y creencias reveladas por sistema, por tradición y simulada decencia.

Hay quienes se alimentan de la luz, trepan y se empinan obcecados por el vano resplandor de una luminosidad inabordable, Flor de Luna detestaba la radiante claridad del día. Y al llegar la noche, no se avergonzaba de vestirse sin nada. Flor de Luna vendía su cuerpo a conciencia, sin tapujos, en una casa de tolerancia del casco antiguo de la ciudad.

Flor de Luna no es un putón verbenero y le dice al camionero que busca gato por liebre en medio de la verdad de la noche presta siempre a confidencias:
Yo también sé de otros amores. Deseo con todas mis fuerzas llegar a ser lo que siento, que mi carne y que mi sexo se pongan de acuerdo.
Hoy la policía lo encuentra muerto en su cuarto. Flor de Luna endurecía sus pechos con lubricantes baratos, se inyectaba aceite de coche. La necropsia ha dado como resultado que coágulos grasos taponaron las arterias de su pulmón desplumado.

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