viernes, 9 de marzo de 2018

No se saldrán con la suya



Después de ver relumbrar por el corazón de las calles de Murcia el deseo clamoroso y fresco, justo y festivo, paritario y reivindicativo de miles y miles de mujeres, me he sentido muy feliz, tan feliz que creí tocar con mis dedos el otro mundo posible, utópico...

Después de sentir anoche el latido de un pueblo demandando un nuevo sistema, un cambio de paradigma cultural, educativo, estructural, de una sociedad anclada en regímenes trasnochados y machistas, me he sentido muy feliz, tan feliz que mis ojos se enternecían como los de un niño en medio de un sueño tan real como esperanzado y cierto...

Después de asistir anoche a la manifestación feminista del 8 de marzo, al atravesar el Puente Viejo, he levantado hacia atrás la cabeza, y me he sentido feliz, al comprobar que el testigo de una nueva revolución imparable, ahora sí, más armónica e igualitaria, era tomado por un mar de voces jóvenes de mirada limpia y bella...

Pero, tan sólo a la media hora, después de sentirme tan feliz, vuelvo a casa y me encuentro con la triste noticia de la carga policial con la que ha culminado tan digna marcha.

Y me dijiste:
Ya se inventarán algo los capitostes aliados del inmovilismo conservador para descalificar, neutralizar o falsamente aventajar el movimiento de una nueva primavera que irresistible se nos avecina. 
Las fuerzas represoras, son capaces de arrasar con todas las flores de la temporada, pintar de negro el verde valle de nuestra vega, disparar a cualquier vástago del almendro, del nisperero o del melocotón que por estas fechas brota con tan denodado vigor y encanto.

¡Pero no, esta vez no se saldrán con la suya! Por lo que esta noche he visto y he sentido, se avecinan tiempos preñados de un nuevo hacer político, más sensible, menos opaco, más humano. Es más difícil intentar ahogar el clamor de miles y miles de mujeres que cambiar el sentido de rotación del eje de la tierra.

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