miércoles, 30 de agosto de 2017

El terrible destino del Mal




Entre la razón, la justicia y la libertad se interpone a veces el terrible destino del Mal.

El día de los atentados de Barcelona leía yo a Allan Poe. Me quedé extrañado. Había una conexión total con lo que él escribía y lo que estaba ocurriendo en Las Ramblas.

Según Poe, entre los principios imprescindibles para la supervivencia del ser humano están la alimentavidad y la amatividad. Junto a estos dos móviles (mobilia) cita también el escritor como innatos y necesarios la Perversidad. La causal casualidad dispuso que el cuento que a la sazón yo tenía en las manos fuese precisamente El demonio de la perversidad.

Con lo que en ese momento tragediaba en Barcelona, el título no cesaba de sorprenderme. Nada más empezar a leer, sin ser yo muy conocedor de la obra de Freud, venían a mi mente conceptos muy nombrados en Psicoanálisis: el instinto de muerte, la culpa, pulsión, el deseo, la obsesión... Desconozco la relación, si es que la hubo, entre Poe y Freud, pero al margen de ello, yo notaba un gran parecido ideológico, (salvando las distancias entre Literatura y Psicología), en estos dos pensadores.
Un móvil sin motivo, un motivo no motivado. Ninguna razón puede ser más irrazonable, pero de hecho no hay ninguna más fuerte.
De no estar de acuerdo con la exposición teórica que Allan Poe propone como inicio de este cuento, (que sí lo estoy), me bastaba oír los distintos comentarios que en esos días se hacían por parte de las personas que vivieron de cerca el Atentado yihadista de Las Ramblas:
Nadie entiende que, de la noche a la mañana, chicos "normales" se conviertan en asesinos. ¿Cómo es posible que el ser humano desde su conciencia santifique conductas tan irracionales? De tanto rezar se le quedaba a veces la frente colorada. A Moussa le han comido la cabeza.
Allan Poe habla de una fuerza irresistible y añade: esta tendencia de hacer el mal por el mal mismo... es un impulso radical, primitivo, elemental. Luego el autor se refiere a la combatividad, pero como elemento adherido a un mecanismo de defensa. Sugiere también Poe, al menos así me lo parece, que el arrepentimiento y el sentido de culpa están dentro del mismo acto perverso. Contricción y pecado, dos fases inseparables del mal perpetrado. El Bien y el Mal, extremos que se tocan. ¿Qué Dios nos creó para hacernos tan complejos? ¿Cómo es posible que seamos esclavos de nuestra propia libertad? Quizá, todo se deba a la absenta con la que Allan Poe alimentaba su inspiración o tal vez mitigara así sus miedos.

Aunque el autor se extiende en consideraciones academicistas: arrepentimiento, determinismo, autodefensa,.. la trama de El demonio de la perversidad es en sí muy breve:
El protagonista del cuento sabe que su vecino, antes de dormir, acostumbra a leer en la cama alumbrado por una vela. Fabricar una vela envenenada y sustituirla por la del vecino bastará para darle muerte y heredar así su fortuna. ¿El final? El asesino, corroído por su culpa, se delata públicamente y acaba entre rejas. Y es el propio reo el que da por finalizado el cuento con esta frase, que para mí es como si Allan Poe pretendiera poner en cuestión el invulnerable concepto de libertad:
¡Hoy tengo estas cadenas y estoy aquí! ¡Mañana estaré libre! Pero, ¿dónde?

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