lunes, 14 de marzo de 2016

Serendípico emperador de la Hache





Egregio caballero, emperador serendípico de la Hache, la socarronería y del altisonante feudalespañolismo. Félix de Azúa, investido guardián altivo y cortesano del decir burgués y distinguido.

Canonizado ha sido en tiempos inoportunos de confrontaciones patrias. Y desde su pedestal divino utiliza el lenguaje doblado, seductor, provocador y elaborado como alabarda contra la gleba, convirtiendo en sangre triturada de menosprecio y risas las tristezas y el lamento de los que aguantan el carro en el que hoy es procesionado entre cruces y calvarios como padre invicto de las letras.

Y al enorgullecerse el noble señor de Azúa de ser un renegado del 68 de aquel mayo francés, movimiento ínclito y contestatario, que como el del 15 M, abriera las puertas a una nueva manera de hacer política, menos prosaica, más incluyente y participativa, a mi me indigna y me rechoca que tal prócer, ensayista y poeta, amarre con grilletes la utopía y ponga a parir del pueblo, de la calle y de la gente su hidalguía.

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