martes, 17 de marzo de 2015

Génesis 1,26




Esta mañana me enardeció de nuevo la dulce sonrisa de Beatriz asomada a la ventana del Paraíso:
Le sue parti luminosissime e altissime sono così uniformi,
che io non saprei dire in quale di esse Beatrice mi fece penetrare.
 (Divina Comedia. Paradiso. Canto XXVII)

En el principio existía el caos. La tierra era informe y vacía, las tinieblas cubrían el abismo.

Y entonces de la boca de Dios brotó una gran carcajada, todo un bin bang de miasmas encendidas. A mandíbula abierta rió Dios, y de sus fauces eternas brotaron ríos de esperma, volcanes de arrobamiento y pasión.

Y al momento se hizo la luz, se formaron los mares, la tierra, y las estrellas. Y de la gran sonrisa de Dios nacieron en cópula gozosa Adán y Eva.

Y les dijo Dios:
El día que dejéis de sonreír y el amor ya no sea el lecho de vuestra vida, moriréis como la noche aplastados por el llanto del veneno de la serpiente.
Y vio Dios que era bueno lo creado y digno de ser celebrado. Y desde entonces el universo entero no se cansa de aplaudir semejante maravilla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario