sábado, 15 de noviembre de 2014

Padre nuestro





Padre nuestro, que mal repartido anda el mundo: unos escardan y nosotros vendemos la lana.

Padre nuestro, no sabemos donde vives. Si acaso duermes, mejor, no despiertes. Tampoco nosotros sabemos por qué prisioneros somos de esta trampa, una pesadilla, un mal sueño del mito eterno.

Padre nuestro, la opulencia nos lleva al pillaje, la envidia, a la revancha, y la codicia a la indigencia.

Padre nuestro, tus hijos no son nuestros hermanos, como nuestros padres tampoco lo son de tu complacencia.

Padre nuestro, no tienen vino, no tienen pan, ni casa, ni trabajo... no hay ofrendas para el sacrificio.

Padre nuestro, nosotros ya nos llevamos lo nuestro, más bien te pedimos por los tuyos, por los que quedan, por Podemos.

Padre nuestro, perdónanos nuestras barrabasadas para que aprendamos nosotros a perdonar las cabronadas ajenas, perdónanos nuestra bondad a media, nuestra llaneza encumbrada, nuestros viajes pagados con el bolsillo del pueblo, nuestra coherencia política, nuestro santo pragmatismo.

Padre nuestro, no nos dejes caer en manos de la verdad que todo lo ensucia, de la droga de la fe y el desengaño, de la bofia de los pozos sin fondo, de reptiles y culebras. Líbranos de la muerte perpetua, la desesperanza, la traición el desánimo. Líbranos, Padre nuestro, del infeliz optimismo.

Padre nuestro, compañero legal y tronco, acuérdate de los otros, cuando seamos carne en chirona.

Y para nosotros, malhechores, ladrones, ilusos, nacionalistas de la Internacional cantonal y bunkeriana, Padre nuestro, danos el pan del hambre del bienaventurados los pobres, y sea lo que Dios quiera.

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