miércoles, 4 de junio de 2014

Esquizofrenia política



El PSOE impondrá la disciplina de voto a la hora de votar el texto que permitirá la sucesión dinástica entre el Príncipe Felipe y el Rey Juan Carlos

Nada más ver, en el hipódromo de las libertades de los ochenta, el porte, la valentía, el brío, la honestidad de la contienda política, el joven se jugó todo su haber por aquel caballo republicano, combativo ganador y bizarro.

La mentora del Partido le dice ahora a aquel joven de la transición, hoy a la sazón convertido en diputado:
No es bueno ni aconsejable confiar del todo y por siempre en una misma cosa, en un algo, en un caballo. El caballo con los años se hará viejo, regalado, egoísta, inseguro. Seguir apostando por él sería ridículo, descabellado y fallido. No se trata de fidelidad, sino de lógica y pragmatismo, estabilidad y consenso. La política como las carreras de caballos son pura estrategia, cálculo, posibilidades, todo ello no debe afectar a tu conciencia. Puedes seguir siendo rojo, aunque tu trasero y andares pinten de azul tu parlamentario escaño. Ser republicano y votar monarquía no son incompatibles. En el mundo global contradictio in términis non est tamen impossibile.
El militante hombre de alma republicana mira fijamente a su cofrade, tratando de adivinar si ésta habla su mismo idioma, en serio o en broma, le toma el pelo, o acaso sus palabras sean más bien otro engatusado slogan de campaña. Pero no. El diputado socialista nota en el rictus de su cara, en su disciplinar semblante, en la confusión invisible de la mente de su secretaria, que ésta habla en serio, que quiere birlarle el voto. Luego un rosario de vocablos aprendidos de memoria, pactados sin aviso previo con sus votantes, acuerdo institucional, ley orgánica, constitución-, llueven sobre los oídos del parlamentario como chuzos de punta que no tienen nada que ver con la calma que reina, con el dilema gordiano, el oximoron de su incuestionable conducta: ser al mismo tiempo rojo y gualda.

En su día, el nostálgico hombre de alma republicana y corazón socialista votará a favor de la ley de sucesión. Una vez proclamado rey Felipe Sexto, el diputado en cuestión, aquel hombre que confundía libertad de conciencia, disciplina y estatutos, entra en una fase aguda de personalidad no asumida. Es diagnosticado de esquizofrenia. Los compañeros, que en el momento de su ingreso en la clínica del siquiátrico de la Cámara del Congreso allí estaban, recuerdan las últimas palabras de este diputado, desubicado, desdoblado, políticamernte enfermo y con su voto secuestrado:
¡Pobre caballo, otrora tan convincente, hoy en su cuadra de oro engordado se nos ha vuelto juguetón, acomodaticio y podenco!

1 comentario:

  1. Es casi una fábula muy apropiada. La moraleja, que cada cual saque la suya.
    Lo cierto es que refleja la realidad de lo que está ocurriendo y lo que va a continuar pasando.
    Juan, muy bueno. Zafri

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