miércoles, 14 de mayo de 2014

El sueño de nuestra boda





El sopor los hundió más profundamente que la marea
de los sueños, y sus sueños los vieron sumergirse
y escapar.


Nuptial Slee. Dante Gabriel Rossetti (1828-1882)


Apalabramos la boda de prisa y corriendo. A la semana siguiente yo debía estar ya en el frente tirando bombas de racimo contra el enemigo. No nos dio tiempo a celebrar la boda como Dios manda.

La veo hundida en su sueño. Más de 12 kilómetros andando para comunicar con el esposo preso. Sus ojos azules cerrados al aire, su cuello encorvado, como hierro atraído por el imán del olvido. Arrastra los pies con su cesta cargada de lágrimas, recuerdos jóvenes, aún calientes, besos y víveres. Víveres que bien ella sabe que van a ser requisados por los guardias para engorde cochino de sus barrigas facciosas.

Por haber estado tan sólo una luna de miel a su lado, me conozco todos sus sueños. Sabe más un beso de novios que mil y un año de casados que no tuvimos. Ella espera sentada en el banco viejo de madera, bajo la jacaranda que luce azules desparramados sobre el portalón de la cárcel. Sueña verme salir libre del talego. Le acompaña un muchacho a quien no conozco.

Me sé todos sus sueños, porque su sueño es el mismo que yo sueño a todas horas. Y ahora yo sueño también que salgo absuelto en una mañana en que los azules de los árboles se confunden con el color de su mirada. Fue ella misma la que me dijo:
Casémonos hoy mismo, querido, no vaya a ser que mueras en la contienda, y el hijo de nuestras entrañas me lo quiten mañana por puta y soltera.
Y sin verla la veo ahora, no sé si viva o muerta, en sueños o despierta. La veo pestañear con obsesión aplicada, queriendo vivir lo que sueña. Estira sus manos, acaricia la cara de su hijo, ese muchacho que aún siendo de mi sangre, no conozco.

Debe ser muy triste despertarse todas la mañanas y ver como los ladrones del tiempo, al ir a comunicar con tu marido encarcelado, te quitan los víveres de la cesta, tu hijo, los sueños.

Yo sueño con los mismos funcionarios de la prisión que a ella le quitaron de la boca sus besos, y de las manos, mi cuerpo, su pasado y su futuro. Y veo ahora a mi propio hijo recluido en un orfanato. La Diputación se lo quitó a la madre por amancebamiento. También sueño que mi hijo de mayor será como sus monitores, un esbirro del sistema en el que ha sido adiestrado. Este muchacho, mañana, fusilará a su padre frente al paredón de cualquier cementerio.

Suele sucederme a menudo cuando sueño con algo terrible, al momento me despierto. Me desperté, pero ya estaba muerto. Y ella, también. Siempre los dos soñamos el mismo sueño, el sueño de nuestra boda.

1 comentario:

  1. A pesar de la dureza del fondo, es poesía en estado puro. Sublime.

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