Cuando al mundo vine un día
me prometieron los hados
que de mayor reuniría
conmigo todos los dados.
Al principio se cumplieron
los presagios que los sabios
con acierto a mi me hicieron,
¡ay sus venturosos labios!
Coser y cantar fue todo
en mi infancia milagrera,
pero luego de tal modo
se complicó la carrera
que ahora, maduro y con canas,
a cada paso tropiezo,
no encuentro lo que con ganas
busco, rebusco y profeso.
Después de estar tanto tiempo
besando muy afanado
las reliquias del gran templo.
hete aquí que de un plumazo
todo se me viene abajo.
Las estrellas que en lo alto
me auxiliaron con su brazo,
malparado en un ribazo
hoy me dejan sin su brillo,
deshilvanado y maltrecho,
de esperanzas descosido,
resabiado como a un viejo.
Me resisto a ver pasar
sin sendero mi destino.
Pretendo saber si habrá
o tengo acaso un camino
por el cual poder llegar
y atravesar decidido
aquel misterioso umbral
que me tiene siempre en vilo.
La vida es un laberinto
del que se sale a la larga,
no sé si bebiendo tinto
o con la fe muy amarga.
miércoles, 5 de junio de 2013
Cuando al mundo vine un día
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