Hubo un tiempo en que despotriqué de la Historia, abjuré de ese trofeo manu militari escrito por orgullosos vencedores ávidos de venganza. Y cerré el ojo de la nuca, el de atrás, el de la memoria politizada, para que el pasado entonado por los voceros del antiguo Régimen, no cegara la vista, más puesta en el confiado y reconciliador mañana, que en el rencor y la vendetta.
Pero cuando el pasado viernes (2-03-12) me entero de que el Gobierno de Rajoy suprime la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura por otro departamento encargado de conceder títulos nobiliarios, me quito la venda del cogote, echo mano a la historia y me acuerdo de Amanda, de la calle mojada, de Patiño, de los represaliados del franquismo. Y mientras los muertos desahuciados vagan como parados del Inem, almas en pena, de ventanilla en ventanilla sin que nadie, ni de oficio les atienda.
Podré perdonar, pero no puedo olvidar el recuento y los días de cárcel. Podrán quitarme la pensión, privatizar el colegio de mis nietos, enjuiciar el derecho; pero estos trasquiladores del bienestar no podrán arrancarme ese trozo del hipotálamo donde guardo las imágenes de la ocupación y el desmantelamiento de la CNS, la sonrisa ancha, las aguas turbias del estraperlo, la connivencia entre política y banca, el sometimiento democrático, civil y secular ante la tiranía vertical de los poderes fácticos.
Podrán tirar al mar de la desesperación, al fondo de los reptiles los convenios, las conquistas laborales, los contratos indefinidos, el despido libre y sin una perra, pero no podrán hacer que me olvide de los muertos, de aquellas huelgas y encierros de los años setenta, de la vuelta al trabajo, de la lluvia en el pelo, del Proceso 1001, del sumario 261 del Tribunal de Orden Público.
Podrán criminalizar a la verdad, absolver al corrupto, permitir el blanqueo de dinero, avalar a quienes a través de paraísos fiscales defraudan a Hacienda, pero estos trasquiladores modernos no podrán impedir que me acuerde de la fábrica donde trabajaba Manuel, de los comités de empresa, de los abogados de Atocha, de la sirena, de quien partió a la sierra y nunca hizo daño. Estos esbirros de las finanzas, estado paralelo, recortarán todo lo que quieran, suprimirán oficinas, sellarán bocas, pero no podrán hacer que me olvide de los más de 34.000 procesados sometidos a Consejo de Guerra Sumarísimo, de los 1.408 condenados a pena de muerte, de los 892 fusilados (todo ello tan sólo en la Región de Murcia). No podrán recortar la memoria.
Te recuerdo Amanda. Sé que tu recuerdo será la fuerza, por no decir la resistencia o la primavera, que le devuelva al pueblo lo que con tanta saña hoy le está quitando el gobierno.
Yo también recuerdo a Amanda y me solidarizo con tu magnífico comentario.
ResponderEliminarEnhorabuena
Antonio Martínez Ovejero
Mucho me temo que no vas a tener que hacer gran esfuerzo por quitarte la venda del cogote. Estos...parece que nos lo van a estar recordando dia a dia.
ResponderEliminarEn fin, muy bueno tu blog
Un abrazo
Hacia tiempo que no escuchaba Amanda pero que bien la has acoplado puñetero.
ResponderEliminarEres bueno compañero.
Un abrazo
Juan Pedro Martinez