Anoche en la televisión el hombre vio a Clint abrazar tiernamente a Meryl. Y luego quiso él hacer lo mismo con su señora en la cama. Y la mujer se siente tan querida y extrañada que piensa que no es real lo que le pasa.
La mujer, tal vez sepa que el hombre disimula. Y no se queja de envidia, ni la rabia la hace esquiva y recelosa. Tampoco se siente sustituida y despreciada por las sobras de un amor que el hombre le regala, y que tuvo su mayor auge en la película.
Y el hombre se pregunta por qué es tan duro de mollera, y se deja impresionar más por el filme y por las letras del periódico que ahora con tanto ahínco ojea, que por la sonrisa del sol de esta mañana, el desayuno atento que ella le dispensa, la quietud del instante, y su belleza.
Tal vez la mujer sepa que el amor, más que en la vida real, más fácil es conseguirlo en el sueño y la quimera.
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