sábado, 8 de octubre de 2011

Escribir: misión imposible


Escribir es corregir la vida -aunque sólo

corrijamos una sola coma al día. (Vila-Matas)

Hoy me siento como a medio hacer. Y escribo y escribo por ver si consiguiera completarme del todo. La escritura es mi ser, pero nadie me conoce por mis textos. El alma es invisible al medio. Basta con que yo escriba ardiente, y el fuego se sienta frío. Como un termómetro sin mercurio que no puede medir la temperatura del cuerpo.
Papá, ¿por qué pones esa cara?
Los niños no ven lo que miran, sino nuestro adentro. Me ha sorprendido mi hijo con gesto duro mientras escribo un ensayo acerca de la dificultad que tienen las palabras de llegar a puerto. Las palabras son sólo un nombre y nunca dicen lo que quieren. Tan sólo el silencio, a decir de Raquel Lanseros, es la respuesta de todos los interrogantes. Y le contesto a mi hijo:
Es que lo que estoy haciendo es asunto serio.
Mientras escribo, las palabras esculpen mi carácter. Y me siento jovial o triste según los verbos que empleo sean estimativos o de desprecio. La escritura me modela como un microondas desde el inconsciente hacia afuera.

En este momento estoy poniendo todo mi empeño en describir un drama, una escena de maltrato de género: un marido llama maldita zorra a su mujer por sonreír con un buenos días al atento carnicero. Y utilizo todos mis recursos literarios en provocar, sensibilizar al primer transeúnte o lector que se me acerque de tragedia tan injusta. ¿Y qué es lo que consigo? Que alguien me comente:
Y qué historia más divertida la que contaste.
Y ahora entiendo mejor a Enrique Vila-Matas cuando dice. Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro túnel sin final, porque jamás se llega a la satisfacción plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la más grande de las desazones.

1 comentario:

  1. No hay termometro que mida las sensaciones que produce el escribir o el leer...
    Besicos.

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