martes, 19 de julio de 2011

Me despertó el llanto



Me despertó el llanto. Y cuando de mis ojos enfangados toqué del dolor sus lágrimas, me acordé del sueño: un pozo eterno por el cual en descenso precipitado me desbocaba hacia el abismo, el sueño endémico de todo el mundo. Siempre que sueño terror e infierno un resorte interno me lleva de golpe a despertarme. La realidad es mi escudo de espuma frente al enemigo del sueño. La mayoría de los niños se resisten a dormir. Prefieren soñar despiertos que dormir soñando. Y yo no sé lo que quiero porque para mi es lo mismo la angustia que el recuerdo, lo que vivo, lo que duermo.

Y cuando por fin pude desasirme de las tenazas del sueño, vi tu cuerpo desnudo, brillante, tu carne limpia y fresca a mi lado. Y te abracé como si fuera un átomo que quisiera fusionarse con tu núcleo, las mazorcas, los capullos de tu huerto. Y habiéndome dejado el sueño helada, (mis dientes, mis muslos castañeaban de frío y miedo), me arrimé a ti por la espalda, frotando mis senos, mi hendidura vaginal contra la curvatura de tus glúteos íntimos, de tus hombros apretados, musculosos.

Froté tu pecho con mis dos manos, con mis tetas hasta que mi helor se confundió con tu cuerpo. Y surgió el calor entre nosotros, la temperatura requerida, la que dos partículas necesitan para erigirse en un nuevo elemento químico, la central nuclear del universo.

Y de tu vientre en vela vi surgir el mismo pozo eterno del sueño de mi soledad llorada.

2 comentarios: