sábado, 18 de junio de 2011

Paco Cuervo



Escribir es esperar. Esperar es escribir aquí frente a una cárcel deshabitada. De sus patios vacíos veo del dolor sus quejidos. Me pregunto ¿cuánto valor tuvieron los presos de ayer para merecer estos muros de piedras vivas? Las rejas a pesar del tiempo se mantienen erguidas, orgullosas, sin derramar un lamento, una excusa por haber sido cerrojo injusto de tanto canto reprimido.

Aquí mismo escribo, y la tinta aviva el recuerdo de Paco Cuervo. Aquel mendigo de la Paz del Verano del 76. Y aún oigo su grito de amnistía y libertad, palabras hoy en desuso, o que han mutado en otras, no menos necesitadas y esperanzadoras que aquellas, como trabajo, sanidad pública, no al pacto del euro. Y aquel mendigo de ayer, hoy metamorfoseado en paloma, acampa en nuestras plazas, ocupa la calle. Una corriente subterránea veo ahora que avanza desde la Prisión hasta el Banco de España.

La vieja juventud de antes se convierte en actual remolino de conciencia que tritura la vieja semilla hasta convertirla en un nuevo pan a partes iguales.

¡Qué alegría ver ahora este trullo cerrado por fuera, desalojado por dentro! Tres eucaliptos y una palmera ondean victoriosos delante de los ventanales estrechos, a cal y canto sellados, del descuidado jardín del despacho de la Dirección del Penal. Y hasta aquí me llega el aroma de los arroces de La Longuera, junto a un jovial río de la Sierra del Segura, y el crujir del queso fresco de Letur, y el mirar tierno de unas vacas lecheras que se alimentan de forraje ecológico.

Esperar es escribir. Escribir es esperar y recordar, ver como una paloma zurea su amor en el umbral tapiado de la ventana de una cárcel que aún guarda envueltos sueños de ayer por descubrir, palpar y desenterrar.

Hay quienes quieren hacer de esta prisión un museo, biblioteca, monumento. Yo quisiera que la dejaran cerrada, cerrada para siempre, como ahora, que veo salir de sus puertas un aluvión de sangre limpia; quisiera que, contra la gangrena política, la proliferación maligna de leucocitos a mantas y la avaricia del dinero, nuestra historia se renueve con otro planteamiento más representativo, generoso y honesto.

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