jueves, 23 de junio de 2011

La máscara eres tú


José Donoso ya en el cap.2 de El obsceno pájaro del deseo nos adelanta por medio de un cuento al modo clásico, Érase una vez, hace muchos, muchos años, la idea base sobre la que asienta y construye su novela, la particular historia de un señorón muy rico y muy piadoso, cacique de extensas tierras, obsesionado por engendrar un heredero. Tiempos malos, sequías, niños que nacen muertos, animales envenenados. El amo tiene una hija rubia y risueña. Los rumores achacan las desgracias tanto a la niña como a su nana, dos brujas camufladas. Por las noches las gentes del lugar dicen haber visto una cabeza terrible con una larga cabellera del color del trigo recorrer las tierras provocando desgracias.

Es preciso poner remedio a tanta desdicha y maleficio. Donoso juega a la confusión, dejando que sea el lector quien descubra la causa, la equis del infortunio generalizado. ¿Qué importancia tenía sacrificar a una vieja anónima, si eso saldaba el asunto de forma limpia? Detrás de un testaferro: una incógnita, una equis. Siempre nos damos de bruces con otra equis. A la hija el padre la recluye en un convento. Nunca nadie más volverá a verla. Y en cuanto a la nana o a la perra amarilla, o quien quiera que sea la causa de tanta fatalidad, es sencillamente el chivo expiatorio al que, al igual que en la hoguera de san Juan arrojamos y nos deshacernos de todo lo que nos estorba y amenaza, hay que matar.

Y al hilo de la lectura del obsceno pájaro de José Donoso recibo un artículo de un sicoanalista amigo Lo que no se ve detrás del espejo en el que, entre otras cosas, añade:
Más allá de la imagen total y perfecta encontramos en los humanos la miseria y la debilidad, el desvalimiento y la agresividad cruel. Estos rasgos que no caben en la imagen del espejo, expresados en el orden simbólico pueden producir una rectificación subjetiva, pueden transformar a los humanos. En caso contrario, se proyectará en los otros el mal, el daño, la negatividad que nos invade. La hostilidad hacía el otro se manifiesta de diferentes maneras y en diferentes grados. Su exponente máximo es la muerte del otro...
Y una vez sacrificado el chivo expiatorio, hechos a la (falsa) idea de que ya ha sido eliminado, podremos dormir tranquilos, aunque las desgracias nos sigan carcomiendo. Pues como dice el mismo Donoso:
Lo que hay detrás de la máscara, nunca es un rostro. Siempre es otra máscara... La máscara eres tú, y la máscara que hay detrás de la máscara también eres tú, y así sucesivamente con todas las otras.

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