Ayer te dije entre ilusionado y nostálgico:
¿Cuándo aprenderemos a vivir sin los partidos políticos?Fue recién terminada la protesta contra la corrupción político financiera y en favor de una democracia viva, real ya. Tú llevaste durante todo el trayecto, desde la Glorieta (ayuntamiento), corazón de la política de nuestra querida ciudad hasta el alma sin conciencia del emblema del dinero, el Banco de España, tu pancarta: Yo te voto. Yo te pago. ¿Tú me defiendes? ¿Me escuchas?
Y te volví a preguntar:
Tú crees que estando así las cosas, la gente tan amargada por la crisis, tan asqueada de políticos fantasmas y aprovechados, el día 22 de mayo acudirá a las urnas?Y con tu experiencia de viejo militante me dijiste:
No sólo eso, sino al parecer por lo que dicen las encuestas ganarán los ineficaces de siempre.
Entonces, ¿qué hacemos aquí? No lo entiendo. No me lo creo ¡El pueblo no es tonto!
¡Por supuesto que no! No tenemos más huevos que aceptar que la política es un mal menor. Por ello, y con más razón, hay que votar a los honestos.
¿Para que a la primera de cambio dejen de serlo?
¡No, para seguir adelante! You may say I'm a dreamer / But I'm not the only one / I hope someday you'll join us /And the world will live as one.Y el tarareo ilusionado de tu canción fue interrumpido por la detención de Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional, otro más de los que se pasaron del quehacer político al mundo de la economía. Y es que desde la Glorieta al Banco de España tan sólo hay un paseo.
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