¿Quién demonios movió la mano que depositó la papeleta en la urna? ¿Acaso fue el temor? ¿O tal vez la esperanza? ¿Quién teme a Virginia Woolf? ¡A joderse tocan!
El miedo encogió los dedos, entumeció de la ilusión sus tendones, ¿Quién nos sacará del agujero? No por supuesto los mercaderes que nos metieron. ¿Quién teme al Presidente, precisamente ahora que se va?
El náufrago se estaba ahogando y en lugar de aferrarse a un salvavidas, se equivocó, y echó manos con pasión al ancla.
El resultado de las elecciones del 22 de mayo en lugar de aclararme la cabeza me sumió en la tristeza, enturbió el amanecer. Como un iluso creí que teniendo casi al alcance el sol, el hacerme con la luna, cosa de coser y cantar sería. Interpreté el M-15 como la revelación de que el mundo iba a cambiar de base, una carabina de sueños disparando flores en el muladar, y cuando fui al recuento de los votos vi como salían de las urnas las papeletas a cuatro patas y con la cabeza gacha.
Es curioso pero decepcionante. La misma "ideología" que sustenta a los mercados, a los banqueros, la misma que con su avaricia dio lugar a la crisis, es la misma a la que el pueblo aupa al poder. Es decir, resulta que la gente común se hace sierva con toda su conciencia, es decir, votándolos. ¿Conoces el libro de Êtienne de la Boetie sobre las servidumbres voluntarias? Creo que es imprescindible para tratar de dilucidar por qué los esclavos sostienen a los amos pese a la tiranía que ejercen sobre ellos. Miguel Ángel, de liter-a-tulia
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